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«Aceras libres, ciudad organizada: repensando el espacio público… Comercio informal con dignidad, sin invadir la vía peatonal… Orden urbano y justicia social: ¿pueden convivir?»…
En una ciudad verdaderamente organizada, las aceras y espacios públicos destinados al tránsito peatonal deben mantenerse libres de obstáculos, tal como lo establecen las leyes municipales y nacionales. Deben ser espacios seguros y accesibles para los peatones. Sin embargo, la ocupación informal de estos espacios ha convertido muchas calles en laberintos de obstáculos, afectando especialmente a niños, personas mayores y personas con discapacidad.
La ocupación informal de estos espacios por comerciantes ambulantes, aunque muchas veces motivada por necesidades legítimas, no debe comprometer el derecho de los ciudadanos a desplazarse con seguridad y dignidad.
El comercio informal merece espacios adecuados, cómodos y regulados, donde pueda desarrollarse sin interferir con el funcionamiento ordenado de la ciudad. Promover una convivencia respetuosa entre el dinamismo económico y el orden urbano es clave para construir comunidades más justas, accesibles y solidarias.
Esto no se trata de excluir a quienes trabajan en el comercio informal, sino de reconocer su labor y garantizarles espacios adecuados, cómodos y regulados. Una ciudad que respeta sus normas también debe ofrecer soluciones justas para todos.
Ordenar el espacio público no es solo una cuestión legal: es un acto de respeto mutuo, de convivencia y de visión compartida. Porque cuando las aceras se liberan, la ciudad funciona adecuadamente.
Las aceras no son vitrinas ni bodegas improvisadas. Son espacios para caminar con seguridad y dignidad.
El comercio informal merece respeto.
Una ciudad bien organizada es aquella que armoniza derechos, cumple sus normas y construye soluciones justas para todos.
Prof. Juan Luis Correa
