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En el sector La Mostaza, de la parroquia San Pedro del municipio Guaicaipuro, se encuentra ubicada la Finca Bosque de Luz, un lugar montañoso, boscoso, fresco, bañado generalmente por espesas neblinas y que está destinado al cultivo del café.
A unos mil 600 metros sobre el nivel del mar, esta finca situada en una reserva forestal, en donde predominan enormes cedros, bucares, samanes, helechos arborescentes, matapalo, entre muchos otros tipos de árboles, así como una gran variedad de fauna silvestre, está alejado del ruido, de la contaminación y del estrés. Es un lugar en donde solo se respira aire puro, fresco, y en el que la paz y tranquilidad hacen de lo suyo, para que las tres mil plantas de café, de la variedad INIA 01 y Monte Claro, puedan producir los mejores granos para una deliciosa taza de café especialidad.
“El nombre de la finca Bosque de Luz nace de la paz que transmite este hermoso terreno, clave para la caficultura, y, que, aunado a eso, le ponemos paciencia y amor a la hora de sembrar, cuidar, mantener y recolectar grano a grano cada una de las plantas. La caficultura me ha enseñado a mí que hay que tratar todo lo que hacemos con amor. Eso, sin duda alguna, me ha transmitido una paz y una tranquilidad muy hermosa, y, por eso, nace Bosque de Luz, un lugar que nos ha generado buenas ideas, buenos proyectos, y que comenzaron a nacer precisamente todo bajo una mata de café”, relata con entusiasmo Emerilis García, propietaria de la finca.
Cuenta Emerilis, TSU en Informática, oriunda de Guárico, pero criada desde los cinco años en Laguneta de La Montaña, que su carrera como cafetalera inició hace seis años, en plena pandemia de la Covid-19, cuando un vecino le comenzó a hablar de manera constante sobre café, y en el que llegó a ofrecer 500 matas para cultivarlas en Laguneta de La Montaña.
“No vengo de generaciones como otros caficultores. Soy relativamente nueva en lo que es la rama de la caficultura, pero mi experiencia ha sido extraordinaria. No pensaba que convivir con la naturaleza, que el sembrar una planta de café, que se tarda un tiempo para ver los frutos, te llevará a valorar más lo que la tierra te ofrece, valorar más lo que la Madre Tierra nos da”, dice.
Para esta mirandina, de sangre llanera, el café es un producto tan importante para la sociedad venezolana y mundial, porque, “cuando uno va hacer una rueda de negocio o una entrevista o hablar con una persona, lo primero que se dice es ´vamos a tomarnos un café’ o ‘te invito un café’. El café une a la familia, une a las amistades, toda nueva relación comienza con un café. Es maravilloso lo que genera este producto. Todos los rubros son importantes, pero este es muy especial, porque es una bebida mundial. Después del agua en cuanto a su importancia como bebida, está el café”.
A pesar del difícil momento que paso por la crisis sanitaria mundial, asegura que dicha circunstancia fue una bendición para ella, para su esposo, dos hijos y cuñado, al asegurar que, a través del proyecto personal y familiar del cultivo de café, les permitió incrementar y fortalecer el enfoque y la unidad de la familia.
Este sueño hecho realidad comenzó cuando el Instituto Nacional de Tierras (INTI) le adjudicó el terreno, compuesto por 10 hectáreas, el cual estaba abandonado por más de 60 años.
“Junto con mi esposo y mi hijo mayor, comenzamos a abrir caminos en medio de un bosque, de una montaña, y hasta ahora somos cuatro personas las que estamos metidas acá. Esta finca tiene alrededor de 10 hectáreas, pero no toda está cultivada, porque está ubicada en una zona protectora de la Gran Caracas y hay zonas en donde muchos árboles no se pueden tocar. Nosotros respetamos la naturaleza. El año pasado producimos cuatro quintales que fueron destinados, la mayor parte, para su venta, a la misma comunidad. Todavía no hemos tenido la oportunidad de exportarlos, por la cantidad que falta, pero tenemos la calidad, que es muy importante y en la que nos enfocamos”, comenta.
Detalla que en el terreno hay muchas matas de café criollas, sembradas en los años de la colonia, pero que, por su vejez, su productividad es escasa.
Sin embargo, señala que en los últimos cinco años las plantaciones en la finca han pasado de unas 500 plantas a tres mil nuevas plantas, lo que permitirá que, en la próxima cosecha, que iniciará a mediados de diciembre hasta los meses de marzo, se incremente de cuatro quintales a 12 quintales.
Rutina de trabajo
La larga jornada de trabajo comienza desde muy temprano. A las 5:30 de la mañana, Emerilis, su esposo, hijo y cuñado se levantan para preparar el desayuno y alistarse para que a las 7 de la mañana ya estén presentes en la finca e iniciar el duro trabajo de campo.
“Nosotros organizamos todo. Se prepara el desayuno y preparamos nuestra perola de café, que nunca debe faltar, y nos vamos a la finca. Siempre tenemos todo planificado, para un día se limpia, se desmaleza, se quitan las hojas de los yagrumos que le han caído a las matas, se verifica si unas de las matas tienen alguna enfermedad y también se les echa abono; para ese trabajo vamos por lotes. Los lotes son pedazos de montaña con los cultivos, en total tenemos tres. A las 2:30 de la tarde nos vamos a la casa; yo me voy un poco más temprano para preparar el almuerzo, mientras que ellos se quedan trabajando. Toda esa fase se realiza durante todo el año, hasta que llega el momento de la recolección del grano en diciembre. Se arranca grano a grano, con cuidado y delicadeza en cada mata. Eso es un trabajo arduo, nosotros recogemos el grano en su óptimo estado color rojo, como tiene que ser”, cuenta entusiasmada Emerilis.
Esta cafetalera de 42 años de edad asegura con orgullo que su producto es de altísima calidad y que la diferencia con el resto de los productores, es que lleva adelante un trato especial y cuidadoso,desde su siembra, pasando por su mantenimiento, hasta llegar a la recolección del fruto.
“Ya, cuando obtenemos el grano, lo llevamos al secado en unas camas africanas, en donde lo protegemos del sol y de la humedad. Las camas africanas son invernaderos en donde se mete el café, pero no se coloca en el piso, ni lo ponemos en láminas de zinc, que es lo que tradicionalmente se venía haciendo. Ahí trabajamos con un café bien seleccionado, que tiene que ser rojo, y lo secamos en esos invernaderos, bajo esas condiciones. El almacenamiento lo hacemos en un lugar cerrado que tiene ventilación, por un lado. El monitoreo del secado del café es constante, para que esté en su grado de humedad óptimo, para poder tener las características óptimas. Es importante mencionar que no le colocamos fertilizantes a las plantas; todo el café se trabaja de manera orgánica”, explica.
Otra de las condiciones del por qué su café es de alta calidad se debe a la participación y buenos resultados que obtuvieron en el Concurso Internacional del Café, lo que los ha posicionado como café de especialidad, aunado a la reciente obtención del Certificado Identidad Geográfica Protegida, otorgada por el SAPI, y que los certifican como un café de altísima calidad en el mercado nacional e internacional.
“Con eso pasamos a otro nivel de calidad y debemos cuidarlo, porque estamos fiscalizados, bajo un protocolo higiénico, el cual se tiene que mantener para resguardar el café de especialidad y de calidad. Sabemos y estamos seguros que nuestro café está calificado. De hecho, para ser un café de especialidad, se debe pasar de los 80 puntos, y el nuestro pasa los 84 puntos. Eso dice que tiene un perfil para ser exportado”, dice con alegría.
Gracias a los buenos resultados en la finca, producto del arduo y constante trabajo, relata Emerilis, la meta es estar en la lista de 2026 para exportar su producto a Japón, a través de la alianza que existe entre la Gobernación de Miranda con la nación asiática, país que posee uno de los mercados más seguros e interesados del producto mirandino.
Orgullosa de ser una mujer cafetalera
Emerilis, con su rostro alegre, caracterizada por ser una persona amable y bondadosa, expresa manifestarse feliz y orgullosa de ser una de las pocas mujeres caficultoras de la entidad mirandina.
“Mi experiencia ha sido muy hermosa. He tenido el privilegio, por medio de la Gobernación de Miranda, participar en los diplomados de café, en los cuales nos hemos podido educar y formar más sobre este rubro, cómo manejar el cultivo de una manera diferente y más productiva. Todo eso me ha ayudado a proyectarme como mujer cafetalera. Eso también me ha llenado de mucho orgullo, porque es difícil ver que una mujer se meta en una finca, debido a que es un trabajo fuerte y constante”, comenta.
Detalla que, gracias al esfuerzo, a la constancia, dedicación y disciplina, tuvo el privilegio de participar en 2023 en el Encuentro Internacional de Café de la Especialidad, evento en el que quedó en uno de los mejores cafés posicionados, y que le permitió ubicarse como una caficultora que produce café de especialidad.
“Más allá de lo logrado, mi enfoque es que se pueda tomar en cuenta y respetar el valor de la mujer, no solamente como fémina, sino como caficultora. Que las mujeres somos capaces de llevar adelante un proyecto; que somos capaces de llevar adelante una finca, de proyectar un estado, donde sí se pude avanzar en el tema agroalimentario con un estándar de calidad avanzado y todo esto bajo la dirección de una mujer. Le doy un mensaje a las mujeres de que sí se podemos, que detrás de una excelente taza de café especialidad, está una maravillosa mano de mujer, porque son tratadas con delicadeza y eso se proyecta en una excelente taza de café, lo que le da ese toque especial. Hay desafíos, pero hay que vencerlos y lo estamos venciendo. Me pongo de ejemplo y me pongo delante para decirle a las mujeres que sí se puede y estamos en capacidad para esto y mucho más, por supuesto sin dejar de lado el trabajo del hombre, porque hay trabajos fuertes que requiere de la fuerza bruta”, sonríe.
Ruta del Café Mirandino
Para Emerilis García, los logros que ha alcanzado en su finca Bosque de Luz, se debe a su trabajo inagotable que hace cada día, pero que la clave principal para el éxito ha sido el apoyo que le ha brindado la Gobernación de Miranda, a través de La Ruta del Café Mirandino.
“El secretario de Agroalimentación del estado Miranda, Miguel Marín, y el gobernador Elio Serrano, siempre nos han apoyado en nuestro proyecto agroproductivo. Con La Ruta del Café Mirandino, se comienza a abrir un abanico de oportunidades, con la educación, formación, capacitación y asesoría, mediante los diplomados de los maestros cafetaleros. Esto, sin duda alguna ha permitido que técnicos especializados en la materia vengan a nuestras fincas a asesorarnos, lo que nos ha generado un gran impacto en la producción. Estas personas de La Ruta del Café Mirandino, son profesionales que saben de café, que tienen años en el sector y saben del cultivo, todo de la mano de las universidades e instituciones científicas, que también nos han ayudado a mejorar las prácticas que veníamos realizando antiguamente, y que para este tiempo ya no son funcionales. Ellos nos han venido orientando en muchas áreas, situación que nos ha permitido posicionarnos como uno de los mejores cafés de especialidades, como uno de los cafés buenos de Miranda. Antes en Miranda no se hablaba de café, una entidad que fue cafetalera hace muchos años atrás, pero que se perdió en el tiempo, y, ahora, vuelve a estar en la cima del mundo cafetalero y de calidad”, expresa.
Otra de las acciones clave para posicionar el café mirandino a nivel nacional y mundial, relata Emerilis, ha sido la obtención de los primero 12 certificados de Identidad Geográfica Protegida a productores de varios sectores de la entidad, al tiempo que el Ejecutivo regional mantiene un conjunto de planes de acción para promocionar y posicionar el café especialidad mirandino en el mercado nacional e internacional.
“Recientemente estuvimos en el Caracas Quiere y Miranda participó en un hermoso y amplio estand, en donde los productores nos dimos a conocer ante las cafeterías de la ciudad capital, así como de sus tostadores. Eso nos abre un abanico de oportunidades a cada uno de nosotros para seguir creciendo y dejando en alto a nuestro estado”, concluye.
Prensa Miranda