Marcos 1.16-20 “16 Andando junto al mar de Galilea, vio a Simón y a Andrés su hermano, que echaban la red en el mar; porque eran pescadores. 17 Y les dijo Jesús: Venid en pos de mí, y haré que seáis pescadores de hombres. 18 Y dejando luego sus redes, le siguieron. 19 Pasando de allí un poco más adelante, vio a Jacobo hijo de Zebedeo, y a Juan su hermano, también ellos en la barca, que remendaban las redes. 20 Y luego los llamó; y dejando a su padre Zebedeo en la barca con los jornaleros, le siguieron.”
Cuando Cristo encontró a Simón y Andrés, los hermanos no eran santos extraordinarios. Lo mismo sucedió con Jacobo y Juan. Todos eran pescadores que, junto con muchos otros, escuchaban las enseñanzas del Señor. Lo que los distinguió fue su fe para dejar atrás su vieja vida.
A Marcos le gusta utilizar la frase al instante. En su Evangelio, escribe que los hermanos dejaron “al instante” las redes y siguieron al Señor Jesús. Podríamos no darnos cuenta de la magnitud de esta decisión. Los hombres dejaron su negocio —su fuente de ingresos—, pero eso fue solo el principio. Más de tres años de discipulado les llevaron lejos de la familia, el hogar, la comodidad y la seguridad. Respondieron al llamado del Señor con fe, no solo para creer, sino también para dejarlo todo.
Es posible que nosotros no recibamos un llamado tan radical. Sin embargo, no somos muy diferentes a los discípulos. Cuando el Señor Jesús nos invite a seguirlo, debemos dejar de lado todo lo que compita con nuestra confianza en Él. En otras palabras, tenemos que estar dispuestos a dejar nuestras propias “redes” —trabajo y hogar, o tal vez comodidad y éxito— cuando el Señor nos llame a hacerlo. ¿Qué necesita usted para tener esa clase de fe?
Dr. Charles F. Stanley, pastor de la Primera Iglesia Bautista de Atlanta y fundador de Ministerios En Contacto.