El Creador del universo siempre nos acompaña, así que no debemos temer lo que nos depare la vida.
Mateo 8.23-27 “23 Y entrando él en la barca, sus discípulos le siguieron. 24 Y he aquí que se levantó en el mar una tempestad tan grande que las olas cubrían la barca; pero él dormía. 25 Y vinieron sus discípulos y le despertaron, diciendo: ¡Señor, sálvanos, que perecemos! 26 Él les dijo: ¿Por qué teméis, hombres de poca fe? Entonces, levantándose, reprendió a los vientos y al mar; y se hizo grande bonanza. 27 Y los hombres se maravillaron, diciendo: ¿Qué hombre es este, que aun los vientos y el mar le obedecen?”
Durante su tiempo en este mundo, el Señor Jesús demostró cómo tener una fuerte relación con Dios. Todo lo que hacía nuestro Salvador surgía de su tranquila dependencia del Padre, incluso cuando descansar parecía absurdo para quienes le rodeaban.
En el pasaje de hoy, los discípulos estaban cruzando el mar en una pequeña barca durante una tormenta, y el Señor estaba tomando una siesta. Es posible que se hayan preguntado: ¿Por qué está durmiendo en este momento? ¿No ve nuestra necesidad?
Parece que los discípulos veían el descanso del Señor como una señal de indiferencia (Mr 4.38). Pero la verdad es que, a veces, Dios se demora en responder para mostrar mejor su gloria obrando en nuestra vida. Un momento después, el Señor ordenó a las olas y al viento que se calmaran (v. 39), y los discípulos fueron testigos de primera mano del poder de Dios.
La capacidad de Cristo de entregarse, incluso en medio de una tormenta turbulenta, revela una confianza total en su Padre, algo a lo que los discípulos fueron invitados a experimentar. ¿Por qué temer cuando el Creador del universo está a nuestro lado? En tiempos de dificultades y pruebas, es fácil ser consumido por la realidad física de nuestra situación. Pero no perdamos de vista el hecho de que Dios está con nosotros siempre.
Dr. Charles F. Stanley, pastor de la Primera Iglesia Bautista de Atlanta y fundador de Ministerios En Contacto.
